Irede de Luna es uno de esos pueblos en los que das la vuelta con tu coche cuando vas de ruta tras meterte por una carretera desconocida y estrecha y de la que sabes intuitivamente antes de llegar a él, que no conduce mas que allí, que no hay salida, carretera la cual no tiene siquiera un apartadero para dar la vuelta hasta que te encuentras en el pueblo. Sientes como te invade una sensación de que por alguna razón ese lugar te estaba empujando a conocerlo, y cuando llegas a él te das cuenta del por qué, has llegado a un sitio al que hay que dirigirse expresamente, porque de lo contrario, jamas terminarías allí. Miras a tu alrededor, posiblemente no veas a nadie y des media vuelta sin siquiera pensar en las vidas de los pocos que allí habitan y menos aún en las de todos aquellos que lo levantaron y lo hicieron su hogar.
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